«Gracias a Jean-Charles por su dulzura y amabilidad naturales, siempre dispuesto a ayudar; y a Quovadis, nuestro burro de carga, ¡que fue muy valiente al llevar nuestras cosas!»
¡Déjate tentar por una experiencia excepcional fuera de los caminos trillados! La aventura empieza en Beaumont, en el macizo del Salève, entre lago y montañas.
#Quovadis
Las campanas de la iglesia resuenan tres veces. Son las tres de la tarde, la hora que Jean-Charles ha fijado para encontrarse junto a la iglesia de Beaumont. Él te acompañará en esta aventura en plena naturaleza. Él y su compañero de cuatro patas, Quovadis. De hecho, ya es hora de ocuparse de él y prepararlo para el paseo. Sigue los consejos de Jean-Charles: te guiará en cada etapa de los preparativos. Tendrás que cepillar a Quovadis con cuidado antes de cargar tus cosas a su espalda. ¡No te olvides de su dosis diaria de cariño obligatoria antes de emprender el camino!
¿Ya está listo? Entonces, ¡en marcha! Sigue el camino que te llevará al campamento donde pasarás la noche. Quovadis te acompañará y caminará a tu lado.
#Bosque
Por el camino muy pronto llegarás al sotobosque. El campamento se encuentra bajo el precipicio, pero todavía no has llegado. Disfruta del paseo y de las explicaciones de Jean-Charles acerca de la fauna y la flora locales, pero, sobre todo, tómate el tiempo para aclimatarte al lugar.
Inspira profundamente, cierra los ojos. No cabe duda de que el suave canto de los pájaros llamará tu atención. Los sonidos de la naturaleza tienen un poder increíble: levantan el ánimo y reducen el estrés, ¡así que no te prives! Deja que la luz del sol se filtre a través de tus párpados como lo hace a través de las hojas. Después, abre los ojos y mira cómo juega el viento con las ramas.
Absorto por la naturaleza que te rodea, has llegado al final del camino sin darte cuenta. Es Quovadis quien te devuelve a la realidad: arranca aquí y allá matorrales de hierba por todo el camino. Finalmente, se detiene al borde de un claro. Sabe que acabas de llegar al campamento.
#Vivac
Al caer la tarde franqueas los últimos metros que te separan de este efímero campamento. Está cerca de un claro donde tal vez pacen algunas vacas. Es un lugar lleno de encanto.
Hay varias tiendas repartidas por el campamento para que cada familia tenga su espacio. Son amplias y cuentan con todas las comodidades necesarias. No hay duda de que aquí podrás pasar una buena noche. Pero, antes, hay que disfrutar de una buena cena. Saborea a la luz de las lámparas de gas la comida preparada por nuestro chef y disfruta de los rayos del sol poniente. No hay nada igual para calentar los corazones.
¿Tus hijos están emocionados por esta aventura en plena naturaleza y todavía no quieren irse a dormir? ¡No hay problema! Es hora de desenfundar el juego de Mikado gigante. Equipados con un frontal o a la luz del brasero, las risas no tardarán en romper la calma del campamento.
¡Uuu, uuu! Se escucha el ulular del búho. Es la señal de que es hora de refugiarse en el calor de la tienda y dormir bien.
#Reconexión
Los primeros destellos de la mañana aparecen cuando empiezas a abrir los ojos. El campamento todavía está en silencio. Después de estirarte, te pones en pie, listo para comenzar este bonito día. Sacas la cabeza de la tienda de campaña, reina el ambiente tranquilo de la mañana. Quién sabe, tal vez tengas suerte y veas un corzo paseando cerca. Aquí, nada perturba a la naturaleza.
Después de desayunar, es hora de recoger y preparar de nuevo a Quovadis para regresar a Beaumont. No te preocupes: la aventura todavía no ha terminado. Como tú, nosotros también queremos prolongar este momento de serenidad. Para ello, nada mejor que un paseo por las crestas del Salève.
Conduce hasta el aparcamiento de la torre de los Pitons. Cruza la valla, no olvides cerrar la portilla. Aquí estás en territorio de las vacas de montaña. Tal vez tengas la suerte de cruzarte con algunas mientras caminas para llegar a la cima. Puedes mirarlas cuanto quieras, pero no te acerques, son tímidas.
Para llegar al punto más alto del Salève es necesario caminar. No temas: la subida es empinada, pero llegarás muy pronto. Después de diez minutos, podrás ver la torre Bastian, también llamada torre de los Pitons. Ofrece unas vistas increíbles de Ginebra, el lago Lemán y la cordillera del Jura. Disfruta de las vistas y abre bien los ojos con los pies bien anclados al suelo.
No hace falta nada más para concluir esta primera experiencia llena de descubrimientos.
No faltarán las emociones frente a este maravilloso entorno.