Lucinges

Situado en la vertiente sur de los montes Voirons, el pueblo de Lucinges goza de una situación geográfica privilegiada, con vistas a sus socios de Annemasse Agglo y a toda la cuenca de Ginebra. Repartido en 769 hectáreas, este pueblo de 1.700 habitantes ha sabido conservar su aspecto rural y su autenticidad, aprovechando al mismo tiempo su proximidad a Annemasse y Ginebra. Lucinges tiene fama de ser el pulmón de la región, gracias a su sol y su extraordinaria luz. Visitar Lucinges es disfrutar de un panorama excepcional que domina el valle del Arve, Annemasse, Ginebra y su chorro de agua… con el Jura, el Salève y el macizo del Mont Blanc al fondo…
Pero también significa descubrir un pueblo donde se vive bien, gracias sobre todo al dinamismo de su centro administrativo. Situado a 712 metros de altitud, el centro del pueblo alberga el ayuntamiento, la escuela y la iglesia, así como un número creciente de comercios de calidad (panadería, restaurante gastronómico, peluquería, etc.). Todos los sábados, los habitantes de Lucinges disfrutan reuniéndose en el mercado de Lucinges y conociendo a gente de los pueblos vecinos atraída por el ambiente tranquilo. Lucinges es el mirador de los montes Voirons, lo que permite ver las cosas de otra manera. Muchos senderistas recorren los senderos, descubriendo el notable bosque que les conduce a la cascada o a la Pralère, situada en la cima de Les Voirons, a 1406 m de altitud.
La tranquilidad permite disfrutar de los pequeños ruidos que nuestro mundo moderno nos impide oír en otros lugares: las campanas de los rebaños, las campanadas de la iglesia, el agua de los torrentes o las risas de los niños en el patio del colegio. Instalarse en Lucinges significa disfrutar de una calidad de vida reconocida por todos. Con el paso de los años, Lucinges se ha convertido en un lugar de vacaciones muy solicitado, con un 20% de segundas residencias. Con su rica historia, Lucinges es hoy un pueblo que ha sabido crear un dinamismo prometedor y avanzar en el camino de la modernidad sin traicionar nunca su identidad y el espíritu de los hombres y mujeres que lo construyeron, para ofrecer a sus habitantes y visitantes la promesa de una estancia de calidad.