Vue Sur Les Voirons Depuis Le Lac De Machilly Ot Monts du Genevois A.modylevskaia 3110 1400pxVue Sur Les Voirons Depuis Le Lac De Machilly Ot Monts De Geneve A.modylevskaia 3110 1400px
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Leyendas e historias localesLeyendas de los Voirons
Leyendas e historias locales

Leyendas de los Voirons

¿Crees conocer todos los secretos de Monts du Genevois?
Descubre las insospechadas facetas de la región, con un pasado rebosante de historias y lugares llenos de anécdotas.
Abre un nuevo capítulo y adéntrate en las leyendas de los Voirons.

DESDE UN JABALÍ SATÁNICO

hasta la construcción de una capilla...

Hace mucho tiempo, en la cima de los Voirons había un templo romano dedicado a Venus, la diosa del amor. Unos siglos más tarde, en la era del cristianismo, un obispo de Ginebra no veía con buenos ojos que los campesinos de esta parte de la región siguieran adorando a la diosa pagana. El templo impío fue destruido, lo que enfureció a Satanás y le llevó a hacer la vida imposible a los cristianos de la zona: se transformó en un enorme jabalí que sembraba el pánico en la montaña.

Amédée de Langrin, experimentado caballero y señor de Brens, decidió poner fin a los estragos de este jabalí diabólico. Subió solo a la montaña e hizo salir al animal de su escondite, ¡pero el jabalí destripó a su caballo! Amédée de Langrin consiguió salvarse al huir despavorido. Para su segundo intento se preparó mejor y fue acompañado de un grupo de avezados cazadores. Pero una vez más, la expedición fue un desastre, pues el feroz animal sembró el terror entre las filas de los nimrods e incluso hirió al señor de Langrin. Gravemente herido, el caballero juró que, si sobrevivía, ordenaría construir una capilla en aquel lugar como agradecimiento a la Virgen.

Amédée de Langrin se curó. Así pues, cumplió su promesa y en 1451 mandó construir en la montaña la capilla de Notre-Dame-des-Voirons. No obstante, el jabalí seguía merodeando por la montaña. Tuvo un final moralizador. Una noche la puerta de la capilla se quedó abierta y el animal entró en ella. Los gruñidos despertaron al sacristán, que se apresuró a cerrar la puerta. Acorralado, el enorme jabalí fue abatido por los cazadores, armados con picas.

EL SALTO DE LA VIRGEN

un clásico de las leyendas religiosas

Unos años después, Brigitte, una joven pastora cuya virtud igualaba a su belleza, cuidaba de las cabras en las crestas de los Voirons. De repente vio salir del bosque a Monraz, halconero del señor de Boëge, y a quien había rechazado en numerosas ocasiones. Como si estuviera poseído, el hombre se abalanzó sobre la joven, pero esta consiguió esquivar el ataque y huir. Brigitte corrió hasta el borde del acantilado, con el halconero pisándole los talones, y prefirió lanzarse al vacío antes que ser deshonrada.

Dos horas más tarde, unos pastores encontraron por casualidad a la joven, viva pero con los pies heridos, al pie del acantilado de cien metros de altura. Brigitte sonreía y sus ojos se elevaban al cielo, dando las gracias a Notre-Dame-des-Voirons.

Desde entonces, muchos alpinistas han escalado esta pared. Entre ellos, un joven cura de Milán, que años más tarde se convirtió en Papa, con el nombre de Pío IX.

LOS CUELLOS TORCIDOS,

una maldición familiar...

En la capilla de Notre-Dame-des-Voirons, el señor de Langrin instaló una virgen negra, una estatua que probablemente trajeron los cruzados del Líbano. Tenía fama de proteger de la peste y era objeto habitual de peregrinaciones. Pero en 1536 los tiempos se complicaron, cuando los berneses, protestantes que habían acudido en ayuda de los ginebrinos atacados por los saboyanos, invadieron la región y sembraron el terror. Destruyeron los lugares de culto católicos y llegaron hasta Notre-Dame-des-Voirons guiados por un traidor llamado Brugnard.

Ante la mirada atónita de los protestantes, que no pretendían llegar tan lejos, el campesino arrancó la Virgen negra del altar, le pasó una soga por el cuello y la arrojó fuera de la capilla. Cuando descendía de los Voirons arrastrando tras de sí la cuerda con la Virgen negra, la estatua se atascó en una raíz. Esta resistencia repentina lo pilló por sorpresa y Brugnard volvió la cabeza para saber qué ocurría. ¿Fue un castigo divino? Lo cierto es que nunca pudo volver a mirar al frente y fue durante toda su vida un «cuello torcido». Y lo que es más inquietante: todos sus descendientes padecieron ese cuello torcido, ¡que se convirtió en una maldición congénita!

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©Historias extraordinarias de Ginebra

Historias y leyendas extraídas del libro Les histoires extraordinaires du Genevois, escritas por Dominique Ernst, apasionado por la historia y el patrimonio de la región de Monts du Genevois.
Obra disponible en los estancos y en las oficinas de información turística de Annemasse (Maison de la Mobilité et du Tourisme) y de Neydens (Vitam).

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