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©Isabel de Austria|Franz Xaver Winterhalter
Leyendas e historias localesSissi emperatriz
Leyendas e historias locales

Sissi emperatriz

¿Crees que conoces todos los secretos de Monts du Genevois? ¡En absoluto! Personajes míticos han caminado por estas tierras de las tres montañas.
Descubre otra cara de Monts du Genevois, con sus historias y lugares rebosantes de anécdotas. Abre el libro de mitos y leyendas.
Conoce a Sissi, la emperatriz de Austria que paseó por el Salève antes que tú.

Un poco

DE HISTORIA

8 de junio de 1888. Estamos en Étrembières, a los pies del Salève. Día en que se adjudica un ferrocarril a tres ingenieros eléctricos de Ginebra.  El proyecto es un tren cremallera eléctrico para conectar Veyrier y la meseta de Les Treize-Arbres en el Grand Salève. Solo necesitaron cuatro años para afrontar el terreno hostil y construir la vía que serpentea por los acantilados. En 1892 se inauguró el tren, ¡que además se llevó el título de primer tren cremallera eléctrico del mundo!
Doce vagones automotores con capacidad para 480 personas: un enorme potencial de atracción para el «balcón de Ginebra». Muy pronto, Monnetier-Mornex se convirtió en un popular destino. En los alrededores de Les Treize-Arbres florecieron hoteles y restaurantes. Y, hablando de florecer, Henry Correvon, un botanista suizo, creó un jardín botánico cerca de allí. ¡Un jardín enorme, por cierto! 6000 m² de jardín abierto al público. Aceptó el reto de aclimatar numerosas plantas del Jura, de los Alpes, de los Pirineos e incluso del Himalaya: un ingenioso ramo de flores para hacer viajar a los visitantes.

Sissi

EMPERATRIZ

Isabel de Wittelsbach, icono de Viena y mujer de espíritu inconformista. Seguramente la conozcas con el nombre de Sissi, emperatriz de Austria.

Nació en Múnich el 24 de diciembre de 1837. Era hija de la duquesa Ludovica y del duque

Maximiliano de Baviera. Creció en Possenhofen, a orillas del lago de Starnberg. Allí vivió sin preocupaciones y disfrutaba de la naturaleza que la rodeaba y que forjó su carácter curioso y relajado.

Su vida cambió el 18 de agosto de 1853, cuando acompañó a su hermana Elena a Bad Ischl para celebrar los veintitrés años del emperador Francisco José I de Austria y su compromiso. Este cayó rendido ante el encanto de Isabel. A pesar de que Isabel solo tenía quince años, el emperador anunció al día siguiente su intención de casarse con ella. Una propuesta difícil de rechazar al venir de un emperador. Así pues, se casaron el 24 de abril de 1854 en Viena. Sissi se convirtió en emperatriz de Austria con dieciséis años. Obligada a casarse con un hombre al que no amaba, el primer año de matrimonio empezó a corroerla. Sin embargo, en 1855 nació su primera hija, Sofía. Unos años después nacieron Gisela y Rodolfo. No obstante, durante una estancia en Hungría, la pequeña Sofía murió por enfermedad.

Esto agravó los problemas psicológicos de la joven emperatriz quien, en 1860, sufrió una grave crisis. Decidió viajar a la isla de Madeira durante un tiempo para curarse. Dos años más tarde, a su regreso a la corte de Viena, Sissi empezó a cuestionar las normas de la dinastía. Reivindicó sus intereses personales con una forma de pensar divergente. Fuerte, independiente y curiosa, continuó viajando por el mundo y aprendiendo idiomas nuevos.

EL SALÈVE

y la emperatriz

Retrocedamos en el tiempo… Sissi había viajado varias veces Ginebra, tanto para pasar las vacaciones como en condición de emperatriz. Se sentía unida a la ciudad por la que tantas veces había paseado. Aunque la ciudad ha cambiado por completo desde entonces, la próxima vez que camines por Ginebra intenta imaginar a la emperatriz paseando tranquilamente en otra época, con las carrozas de caballos al trote por las calles pavimentadas…
El 29 de abril de 1897, un año antes de su asesinato, Sissi decidió explorar el Mont Salève. ¡Te hemos contado la historia del tren cremallera eléctrico y de Monnetier-Mornex por una buena razón!

Embarcó en la estación de Étrembières en dirección a Les Treize-Arbres. La lenta ascensión del tren le permitió descubrir poco a poco el largo horizonte. Un trayecto encantador en el que los raíles discurren por los acantilados y ofrecen unas vistas sobrecogedoras de la cuenca de Ginebra.
Una vez en la cima, como gran aficionada al senderismo, se paseó por los alrededores de Les Treize-Arbres y pasó la tarde disfrutando de las vistas del «balcón de Ginebra», acompañada por la tranquilidad y el aire revitalizante de la montaña.

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